LAS MUJERES QUE LEEN SON PELIGROSAS
La alumna de nuestro centro Consuelo Gisbert Santamaría ha ganado el PRIMER PREMIO del III CONCURSO DE RELATO CORTO (PREMIOS VICTORIA) organizado por la CRUZ ROJA. ¡Enhorabuena!
LAS MUJERES QUE LEEN SON PELIGROSAS
Por fin acabó la jornada y te metiste en la cama. Tus obligaciones ya están cumplidas: la comida de mañana en la nevera, la cocina recogida y la cafetera lista; la muda de tu marido sobre la cómoda y el despertador a punto, pues a las ocho te esperan en el trabajo donde cuidas a una pareja de ancianos hasta las dos.
Esta ha sido tu rutina diaria casi desde que eras niña. Apenas fuiste al colegio, solo lo justo para aprender a escribir tu nombre y poco más. Tus hijos se ríen cariñosamente de ti cuando leen en tus notas o en alguna de tus recetas aceite con hache o berenjena con uve... Bueno, se reían porque desde que decidiste matricularte en un centro de educación de adultos tu ortografía ha mejorado mucho, toda tú has mejorado por dentro y por fuera. Siempre te has sentido acomplejada por tu falta de estudios, eras consciente de tus limitaciones y admirabas y envidiabas a esas mujeres con carreras universitarias tan seguras de sí mismas. Pero de un tiempo a esta parte todo eso ha cambiado y se te nota, ¡Ya lo creo que se te nota!
Tu familia estaba acostumbrada a tenerte siempre a su disposición y tú lo hacías con gusto pues todo tu mundo, toda tu felicidad se reducían a verlos felices a ellos. Sin embargo, ahora tú también cuentas: lo que piensas, lo que sientes, lo que quieres... Te miran extrañados casi sin reconocerte; ellos piensan que la escuela es sólo un entretenimiento sin importancia, pues a tu edad para qué quieres estudiar. Se equivocan, porque desde que asistes al colegio tu mundo se ha ampliado hasta el infinito y desde luego para ti no es ningún juego. Sobre todo desde que, este segundo curso, comenzaron las tertulias en la biblioteca del centro.
Aquella tarde celebrabais el día de la mujer trabajadora y se presentaban libros escritos por y para la mujer. Había uno que se titulaba: "Las mujeres que leen son peligrosas" te preguntaron si sabías por qué, pero no supiste responder. También se leyeron algunas pequeñas historias y se recitó un poema de Gioconda Belli de su libro "Apogeo" que te encantó. Te dieron una copia que guardaste en tu bolsillo y que llevabas siempre encima hasta que te compraste el libro.
Lo leías a media mañana en el trabajo, lo leías en casa mientras calentabas la comida; mientras barrías soltabas la escoba y lo leías en voz alta, tantas veces lo leíste que ya no necesitas leerlo... Su título es "Plenitud" y comienza diciendo: "Hoy me siento como un árbol que se supiera mujer..." Tú te identificas con él porque expresa con bellas palabras cómo te sientes desde que has descubierto lo valiosa que eres para ti misma.
Estás en casa, acabáis de comer, la mesa sin quitar... y tú sonríes sin responder al escuchar los comentarios que bromeando hacen tus hijos y tu marido:
—Sí, es verdad cada vez está más rara...
—Pues es desde que va al colegio...
—Los estudios se le han subido a la cabeza...
Esta tarde, de nuevo, hay tertulia en la biblioteca por lo que no te puedes retrasar. Al verte tan arreglada y ya dispuesta para salir te miran atónitos sin salir de su asombro. Tú sin perder la sonrisa, levantas la barbilla y les recitas:
Hoy me siento como un árbol
que se supiera mujer.
Alta, fuerte, bien vivida,
y en plena madurez...
Y te vas dejándolos sin palabras. Al llegar a la biblioteca, miras a tu maestro y le dices: ya sé por qué las mujeres que leen son peligrosas...
Consuelo Gisbert Santamaría
Maravilloso y emocionante. Bravo Consuelo! Enhorabuena, cuánto tienen que aprender ellos!.
ResponEliminaL'autor ha eliminat aquest comentari.
ResponEliminaMe ha encantado tu relato Consuelo. Y recuerda, nunca es tarde para aprender algo nuevo
ResponEliminaEnhorabuena, genial. Siempre podemos crecer si se quiere.
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